Elena-Liliana POPESCU
Rha
Cuando el dios contempla la inmortalidad
en el instante en que ante él se inclina,
y la mirada se le clava en la profundidad
de aquella mente suya que todo elimina
Él lo ve todo: todo lo que existe está mirando,
y todo lo pasado, y lo que queda por llegar,
como si un cuento extraño estuviera contemplando,
un juego de las ilusiones, que está resucitando,
cuando un mundo nuevo parece despuntar,
para aquellos que no ven, pero saber quisieran
y pobres los que no se afanan por luchar
para que libres de la esclavitud se vieran...
¿Qué puede significar?
¿Qué puede significar aquel desierto
que riegan incesantemente solo las lágrimas,
volviéndolo cada vez más árido?
¿Qué puede significar aquella profundidad
que te obstinas a tocar,
cuando todas las esperanzas han muerto?
¿Qué puede significar aquella tristeza
que llevas contigo en la noche
que piensas que nunca acabará?
¿Qué puede significar esa tranquilidad
que estás experimentando de improviso
sin nombre, sin forma sin ti?...
Lo cerca que estabas...
La vida te enseña en cada momento y tú evitas la respuesta
a las preguntas más sencillas, pero pagas siempre la indiferencia
con sufrimientos, casi insoportables,
y buscas al culpable, siempre en otra parte,
alargando la agonía del egoísmo idolatrado.
Te niegas a creer que se te ofrece todo y no quieres
alegrarte, persiguiendo quimera tras quimera
de un día a otro, de un pensamiento a otro,
de una vida a otra, de un universo a otro,
de un misterio a otro, hasta lo infinito.
Dejaste una vez más que se perdiera en la nada
el instante que pudieras mirarte, el único espejo
que te muestra tal como eres, y preferiste
a los que distorsionan, para engañarte
una vez más y seguir deambulando por el laberinto...
Te fascinan los colores, y también la sombra,
la búsqueda se vuelve cada vez más fatigosa,
seducida por el hechizo de los matices ignotos
de las refinadas mixturas del bien y el mal,
encorsetada en el espasmo, las nuevas sensaciones.
Me buscaste, sin saberlo, en todo pensamiento peregrino,
con la desesperación de aquel que nunca vio
de dónde brotaban el perdón, la luz, el amor,
llevando viva su herida del alma, sin curar,
por las contorsionadas galaxias espaciales y temporales.
¡Ay, cuánta tristeza hay en el mundo!, te dijiste tantas veces,
continuando lo que parecía ser tu dura vida,
sin querer renunciar a ninguno de los pensamientos
que te arrojaron a la vorágine de los hechos amargos:
quisiste sólo seguir viviendo igual que antes...
Te extraviaste correteando por los intrincados vericuetos
de la desesperación, alimentando tus pesadillas
con imágenes enfermas, o anhelando a más,
a algo mejor, sin saber lo cerca que estabas
de todo lo que fue y sigue siendo desde siempre tuyo.
Gotas de agua
no dejan
de caer de las nubes
surgidos de ninguna parte:
se apresuran a morir,
para volverse
a casa...
La vida...
La vida, insumisa a las leyes humanas,
imperfecciones abrigadas por palabras,
incapaces de vivir el fantástico
juego de la estación desconocida...
Ay, hijo, nunca te dije
que el tiempo es el temido brujo
sólo para quien se olvida de su cuna,
el país arcano, el alma, la vida, el ser,
para el que se debate en la red tendida
con arte y encanto por doquiera a su alrededor
y contempla con ojos turbados el paisaje
seductor de los jardines plasmados por él mismo,
ve lo que el pasajero dueño
le trae a sabiendas ante sus ojos
y oye lo que puede escuchar el oído
embelesado por los sonidos modelados
con la maestría del que sabe manipular
los segundos, las horas, los años y las eras,
fuerza ensombrecida sólo por la impotencia
de conservar un único y misterioso instante,
en el que puedes vivir plenamente la libertad,
cuando la fuerza abandona inesperadamente
al caudillo de los brujos del mundo de ensueño,
y podrías despertarte como por obra de un milagro.
¿Infinidad será la palabra
que sigilosamente invade nuestros sueños
sin cumplir, dejados a los hijos, vivo
tormento para su probada alma?
¿Silencio será tal vez la palabra
que mágicamente desprende el sueño del alba
a ti dejado, arcano tesoro
y misterio del alma purificada?
que hasta ahora no he sabido
de algo que te hablaría
cuando yo me ausentaría,
pero siempre he chocado
con la impotencia del vocablo
de abarcar aquel silencio
admirador
que se convierte en vocablo
puro, sanador...
Traducción del rumano por Dan MUNTEANU COLAN